Cronología

Etapa previa: 1998-2001

Primer paso
A mediados de 1998 Germán Sbrascini y Daniel Callegari, ambos estudiantes avanzados de diseño industrial, comenzamos a reunirnos con la idea de generar un proyecto en conjunto. Sin tener en claro ningún objetivo en particular, consideramos la necesidad de hacer algo por cuenta propia.

Durante esos años no había demasiadas oportunidades laborales vinculadas con el diseño de productos. El primer paso era “ver que existe” para poder establecer “que hace falta” y así poder definir “que se puede hacer”.

Las fuentes de consulta con las que contábamos eran escasas: revistas de diseño españolas, las revistas de diseño de la Biblioteca de la facultad, un par de libros de diseño de productos y unas revista de decoración argentinas de la década del ´70.


Luego de varias charlas, discusiones y muchos mates (pero sobre todo discusiones), se tomó la decisión de diseñar una serie de muebles auxiliares, de pequeño tamaño ya que pensábamos producirlos. Analizando la situación nos dimos cuenta que se necesitaban tres pilares para llevar adelante “la idea”.

Esos tres “pilares” eran:
- Diseño: proyecto
- Producción: financiación, créditos
- Comercialización: canal de venta

Esta situación fue delineando el perfil o modo de trabajo de los próximos años: al no contar con el canal de venta o no poder establecer uno en un futuro inmediato, la idea de la “autoproducción” de fue desvaneciendo.

El método de trabajo que empleamos nos permitía generar una gran cantidad de ideas que se enriquecían con las discusiones. Por eso vimos una oportunidad en los concursos de diseño. Ya que solo había que invertir tiempo, que en ese momento teníamos bastante, y existían posibilidades de obtener un rédito económico.


Primera prueba
El primer concurso en el que participamos fue organizado, a fines de 1998, por la empresa Faplac, fabricante de tableros de partículas, de fibra y revestimientos. La consigna era clara: diseñar un mueble que aproveche las cualidades de los materiales semielaborados que comercializaba la empresa.

El jurado seleccionaría 6 proyectos para fabricar los prototipos y entre ellos elegiría al ganador. Finalmente participaron 12 proyectos, incluyendo el nuestro, pero no superamos la etapa de selección.

Presentamos una “buena idea” pero “mal mostrada”. Nuestra inexperiencia se hizo evidente. El proyecto se llamaba “Tetris”. Eran una serie de unidades funcionales moduladas, que evocaban las piezas del juego que, al combinarse, generaban distintas tipologías de muebles.


El proyecto fue muy criticado por el jurado, pero varios años después el mueble “Tetris” llegó al mercado y fue muy promocionado en sitios de Internet vinculados al diseño. Obviamente no fuimos nosotros los autores, sino que alguien en otra parte del mundo tuvo la misma idea. Con mas medios y menos miedos, la llevo adelante.

Mas información:

El primer reconocimiento
Los meses siguientes nuestro trabajo consistía en ir ajustando los muebles desarrollados y conseguir información sobre concursos de diseño, nacionales e internacionales.

En la segunda mitad de 1999 se llevó a cabo la segunda edición del “Premio Unilever al Diseño de Envases”. Elaboramos un proyecto durante 45 días. Un envase para preservativos que tenía la particularidad de poder guardar al condón una vez usado. Obtuvimos el tercer premio en la categoría estudiantes.


Fue nuestro primer reconocimiento y además embolsamos la considerable suma de $500, o dólares por la ley de convertibilidad. El envase recibió buenas opiniones de parte del jurado y de otros participantes. Eso nos hizo pensar en la necesidad de proteger la idea y comenzar los trámites de patente que, además, era una recomendación expresada en las bases del concurso.


El primer producto: parte 1
A mediados del año 2000 decidimos participar del concurso que organizaba anualmente la empresa Natan. El tema del concurso era libre pero tenía que ser un objeto de diseño industrial. Se establecían 2 etapas: presentación del proyecto y, si fuese seleccionado, presentación del prototipo.

Este nuevo desafío tenía más riesgo: sabíamos que íbamos a competir con proyectos desarrollados en las facultades de diseño como tesis o proyectos de graduación. Y, además, debíamos afrontar el costo del prototipo por cuenta propia, pero consideramos que era una buena oportunidad.

Trabajamos con varias ideas simultáneamente y la que mas creció fue la de un “recibidor”. Nos pareció atractivo porque era una tipología de mueble no convencional y no había muchos ejemplos en mercado local. Comenzó siendo un perchero donde las prendas quedaban ocultas detrás de un plano vertical y paralelo a la pared. De esta manera el perchero seguía quedando siempre a la vista aunque estuviera sosteniendo muchas prendas. Esa fue la premisa buscada por nosotros.

El plano vertical servía para sostener un espejo que permitía verse de cuerpo entero. Además tenía un pequeño estante para apoyar llaves y otros pequeños objetos personales. Sabíamos que el producto podía funcionar, que era útil y que no había productos similares en el mercado local. Pero, teniendo en cuenta que era un proyecto para competir en un concurso de diseño, necesitábamos que tenga una imagen atractiva, tenga impacto y pueda transmitir un mensaje.

Luego de probar alternativas optamos por elementos relacionados con una paleta de pintor. El espejo adquirió una forma elíptica, como el contorno de la paleta. Se generó una cavidad, para colocar el estante, también de forma elíptica al igual que la cavidad que contiene al dedo pulgar en la paleta. Otro rasgo que se agregó fue la “entrada”, que posee el borde la paleta, y sirve para apoyarla en la palma de la mano. Esta “entrada” aplicada en el panel vertical permitió generar un sector de apoyo temporal para prendas.

Finalmente llegó el momento de nombrar el proyecto. Se llamó “Quepinta” que surgía de una expresión utilizada para referirse a alguien elegante y tiene que ver con el pintor, cuya paleta sirvió para darle forma al producto.

Si bien no obtuvimos ningún premio, el prototipo fue exhibidor en el Museo Nacional de Bellas Artes durante el mes de julio del año 2000. Posteriormente fue invitado a participar del concurso “Diseño Argentino para Exportar” organizado por Casa FOA, donde estuvo presente en la exposición durante el desarrollo de todo el evento.


En el año 2001 el recibidor “Quepinta” participó del Concurso Internacional de Diseño “Mauro Saviola” organizado por Sadepan, empresa italiana productora de aglomerado melamínico, laminado plástico posformable, bordes melamínicos y aglomerado crudo. Fue seleccionado como uno de los finalistas y publicado en un libro que muestra los ganadores del concurso y los proyectos destacados.


Prueba internacional
Luego de participar de varios concursos nacionales decidimos ponernos a prueba en un concurso internacional. El elegido se llamaba “100% Rubber” que era una de las actividades que integraban la feria “100% Design” que se desarrollaba anualmente en Londres.


Al poco tiempo de empezar a trabajar nos dimos cuenta que un concurso donde el tema es un material es mas difícil que un concurso donde el tema es un producto. En la elección del “tema” están las mayores posibilidades de obtener un buen resultado.


Como siempre, trabajamos con varias propuestas y finalmente presentamos dos. Una familia de parlantes de piso que tenían la particularidad de vibrar y moverse cuando sonaban, ya que eran de goma. La otra propuesta era un conjunto de elementos lineales que funcionaban como divisores de ambientes. Como eran de goma podían flexionarse y quedar sujetados entre el piso y el techo. Este proyecto se llamó “Yuyo” y fue uno de los seleccionados entre los participantes de todo el mundo.


El siguiente paso
Llegó un momento en que sentimos la necesidad de hacer algo más. Queríamos que nuestra actividad de diseño dejara de ser un pasatiempo y se convirtiera en una fuente de ingreso.

Habíamos desarrollado proyectos de diversas características y nos sentíamos con más confianza para salir a golpear puertas. Empezamos a pensar en dedicarnos al diseño de manera “full time”, en conseguir clientes y participar en más concursos. En fin, en formar un Estudio de Diseño Industrial.